Es el máximo símbolo de nuestra Cofradía de la Sangre, y fue tallada en madera de caoba, en 20 días, en el año 1951 por el saguntino D.Andrés Gallart, en el taller de D.José Domínguez. No es maciza, pues entonces sería demasiado pesada.
Desde el año 1974 lleva incorporado un relicario con una astilla que, según antiguos documentos, formó parte de la Cruz donde fue crucificado Jesucristo, y aquí la conocemos como Lignum Crucis.
Desde tiempo inmemorial, las personas que venían a ver la procesión del Santo Entierro se arrodillaban a su paso. Otra antigua tradición nos dice que la Vera Cruz nunca debe apoyarse en el suelo.
Durante el transcurso de la procesión es llevada por los Mayorales que hacen la Fiesta ese año, teniendo el Clavario el honor de entrarla y sacarla de las iglesias, y al finalizar la procesión sostenerla durante su adoración, por los cofrades y el público en general, en las escalinatas del Altar Mayor de la Ermita de la Sangre.
Cierra, con majestuosidad, la solemne Procesión del Santo Entierro, siendo la primera que entra en la Ermita, por lo que la procesión se desdobla siendo los últimos los primeros en entrar a besarla, en un significado de compartir el dolor y la pedida de su perdón, finalizando con la entrada del pueblo a proceder a su adoración.